e tu madre - Ciudad CCS

contenido
Consejo Editorial
Jorge Rodríguez Gómez
Freddy Ñáñez
Felipe Saldivia
Gustavo Borges Revilla
Directora
Mercedes Chacín
02
07
Vivir en el cerro
De monte y culebra...
11
18
Una zona viable para vivir
Cerca de la montaña
23
27
Todos los barrios unidos...
Los lunátikos del 7-cero
— Caracas
— cruz de la vega
Editor Jefe
Carlos Cova
DirecTORa de Arte
Edarlys Rodríguez
COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA
Asdrúbal Briceño
Asesor Editorial
Reinaldo González
— plan de manzano
— la esperanza
Redacción
Rocío Cazal
Mabe Chacín
Kay Yam Hung
Gustavo Mérida
Diseñadoras
Zonia García
Melany Pérez
Ilustrador
Alfredo Rajoy
— san agustín del sur
— el 70
Fotógrafos
Ambrosio Plaza
Jonathan Mendoza
CORRECTOR
Rodolfo Castillo
LOGÍSTICA
Idania Bracamonte
Daniela Fernández
31
— la toma
Frío y caballos conviven en el barrio
Colaboran en esta edición
José Roberto Duque, María Cristina Martínez,
Gabriel Ramírez, Yanuva León, Osmar Romero,
Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar,
José Rivera y Marco Parra. Archivo Ciudad CCS.
Ilustración de portada: Alfredo Rajoy.
Impresión
Editorial Metrópolis, C.A.
[email protected]/@epaleccs
Comercialización y Ventas:
0212-8080323/0426-5112114
Distribución: 0212-3686750
Depósito Legal: pp201202dc4166
Una publicación de la
FE DE ERRATA
En la edición número 86 atribuimos erróneamente la fotografía de la sección
“Vive Caracas” a Ambrosio Plaza. Su autor es Jonathan Mendoza.
Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014.
Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.
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CARACAS
Vivir
en el cerro
POR Gustavo Mérida
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
FOTO JONATHAN MENDOZA
03
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
04
eran los años 80 cuando “Malula”, de Radio Rochela,
decía que amaba al cerro porque había nacido en él,
que su primer mal paso lo había dado en el cerro,
pero que con gusto se mudaría a una zona de clase
alta. Este “vivir en el cerro” es de esa época... y de esta
Los cerros están unidos desde más allá de
las paredes sin frisar hasta más acá del proyecto tricolor, desde más allá de El Valle
hasta más acá de La Bandera. En El Cementerio, te puedes perder en Los Alpes.
En 1° de Mayo el hilillo de agua putrefacta
y verde bajaba sin prisa y sin pausa. Era
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
mediados de 1977. Ya los cubanos tenían
rato ayudando a los angoleños a dejar de
ser colonia y Oscar Torres, de Los Sin Techo, el barrio de al lado, tenía seis meses
de edad. Juan no lo conoció personalmente pero sí a su familia, conformada por algunos albañiles y un maestro de obras con
quien competía para beberse más rápido
las cervezas.
Alguna vez, desde la ventana, otra ventana en el cerro, cerca de la medianoche
y acabando de entrar, Juan se animaba
a despegar el cable y le daba vueltas al
bombillo como un vaquero de los Estados Unidos cuando va a enlazar. En realidad lo hacía desde la cornisa, pero no
sabía que se llamaba así. Desde la avenida
Roosevelt su novia respondía apagando
y prendiendo el bombillo de su balcón.
Caracas, 20 de julio de 2014.
FOTO JOSÉ RIVERA
No hay luz. Es febrero de 1989 y desde el cerro, en La Bandera, Juan enciende una linterna. Se asoma por la ventana, una ventana
de esas que se abren bajando una palanca
y que, en lugar de vidrios, tienen metal. La
linterna apunta a los callejones, a otras casas y se diluye en la avenida Nueva Granada. Se oye la ráfaga de un FAL. Un par de
proyectiles atraviesan la ventana. Juan apaga la linterna, se tira al suelo y se sorprende
de estar vivo. Ya no se vuelve a asomar.
05
Esas señales eran puro romanticismo entre la clase media y la otra clase. Y Juan
olió pega en otro cerro de El Cementerio,
y un perro casi le muerde las nalgas, y desde las cornisas (que es lo que sobra en los
cerros) vio la ciudad allá abajo, a través
de amaneceres, oyendo rock and roll y a
Alí Primera con su pana del liceo, Binder,
quien tenía las orejas como murciélago y
el pelo impermeable.
Cargar agua es un ritual. Equivale a ir a
un museo a meditar. Piensas mientras ves
el chorrito, doblas la manguera y te mudas
para el otro tobo; te hueles los dedos y todavía te huelen a esa totona especial que huele
igual pero diferente.
Los domingos le compras empanadas a la
señora Petra, que las hace bien sabrosas y
con la masa finita. Te las llevan hasta tu casa
sus hijos, que andan con los platos por el
En su casa comían —o asaltaban la neve- cerro dejándolas y luego pasan buscando el
ra— caraota con espagueti y huevo frito, plato y la plata.
todo revuelto. Pan con sabor a cucaracha
que no sabe tan mal cuando tienes hambre. En diciembre comes en cuanta casa te inviComer directo de la olla o la sartén te aho- tan y comes que jode porque a nadie le gusta
rra fregar o que te formen un peo por no que no coman lo que ofrecen. La pobreza se
hacerlo. La abuela de Binder les permitía, diluye entre tanta hallaca y pan de jamón.
solidaria, ciertas conductas porque, desde
entonces, las abuelas preferían que uno se También atracaron a Juan: le quitaron una
quedara en su casa y no anduviese realengo. vez cincuenta céntimos, que era todo lo
En el cerro siempre, siempre, donde come que tenía justo antes de subir las escaleras
uno comen dos, donde comen dos, tres, y que casi terminaban en el cielo. Y Juan se
así sucesivamente. Cuando, después de la creía poeta:
tercera cerveza, tienes que orinar, meas justo en el desagüe, porque así no se arrecha la
gente que pasa por ahí.
Bañarse con tobito, quitarse el jabón azul
(que también sirve para el pelo), comprar
la bombona de gas y volver a llenar los tobos de madrugada. Comprar la bombona
de anís.
La vida sin luz, sin madrugadas, sin pensar
la poesía inscrita en los anaqueles
la juvenil esperanza de alguna circunstancia
y cogerte a tu mujer por el culo
o meterle el dedo en el culo y cogerla por
[delante y por detrás.
Desde el cerro se mira a Petare desde Petare
en la tarde se mira basura
y más basura mientras compras el pan.
Para la iglesia
un monaguillo es la alimaña necesaria.
En el cerro tomas de pico la poca agua de la
[nevera
y te arrecuestas, y te agachas y te arrebatas
[agachao.
Y no todos lo hacen.
Subir el cerro a pie tiene un ritmo variable
de trasnocho, de cansancio, de esperanza,
de enamoramiento, de familia. De deseos
de no subirlo, de mirar la televisión o masturbarse en silencio. Una vez arriba, en la
seguridad del callejón, tu callejón, o de la
esquina (porque también hay casi tantas
Subir el cerro a pie tiene un
ritmo variable de trasnocho,
de cansancio, de esperanza,
de enamoramiento, de familia
—
FOTO ASDRúBAL BRICEÑO
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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esquinas como cornisas), te vacilas la existencia. La gente se conoce. Se saluda con la
consabida, y masculina, elevación del mentón y se inventan excusas para comprar en
la casa, que también es abasto, donde no te
fían nada porque te la pasas rondando ya
que allí vive esa muchacha tan bonita.
que sea, es posible que la reacción —de alguien que a lo mejor está pelando más bola
que tú— no sea quedarse quieto. Si sucede,
no tienes que disparar. Le dices que no te
vea y le clavas un cachazo duro, durísimo,
en la cabeza. O dos, o tres. Se la rompes pa’l
coño. Y el tipo se va con el güiro roto pero
se lo puede contar a su mujer y abrazar a sus
hijos en la noche. No le quites esa vaina. No
seas tan coño ’e tu madre.
Cuando llueve baja toda la basura, colchones y se hace un río que se atraviesa. Y si
llueve muy fuerte hasta baja un cuerpo
muerto que se llama, también, “peluche”.
Antes que amanezca baja la gente, recién bañada y enratonada, ellas con el pelo mojado,
negro y sabroso. Los yises suben vacíos a
esta hora y se forman enormes colas de gente
que madruga, quienes, según, son puros flojos. Flojos porque son explotados y quieren
huir a las cinco de la tarde. Flojos y ladrones
porque nos rebuscamos. Reivindicamos la
explotación y por eso me tumbo las pinturas, las resmas, las propinas, ¿o no? Porque
cuando le dieron el destornillador de pala y
le dijeron: “Trae cuatro tazas”, él fue y se paró
frente al carro, puso el destornillador y casi
saca la primera, pero no se atrevió. Esa orden
de iniciación no se la dieron en el cerro. Se
truncó el apoderarse de lo ajeno como forma de conseguir billete. Pero hay que revisar qué es lo verdaderamente ajeno, porque
al maldito que cobra comisión por venderte
un carro de venezuelaproductivaautomotriz.
mppi.gob.ve no le pertenece, realmente, ese
dinero. Porque no es un rebusque. O el otro
maldito hijo de puta que consigue dólares
a menos de diez, escribiendo cualquier documento y cargándolo en un maletín, para
luego venderlos a más de 70. A ese provoca
pegarle un quieto.
Y hablando de pegar quietos, aprovecho
esta perorata sin fe de erratas para escribirle
un mensaje al hampa. El hampa lee la prensa, hojea revistas, va al cine, sale con la jeva.
Alguna vez Richard Peñalver dijo que “el
hampa está con Chávez”. Cada quien elige
cómo ganarse la vida. Si lo tuyo es ir penEdición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Ahora hay mototaxis
FOTO JONATHAN MENDOZA
En diciembre
comes en
cuanta casa
te invitan y
comes que
jode porque
a nadie le
gusta que no
coman lo que
ofrecen
—
diente de tal, bueno, es tu peo. Hay una vaina que se llama chavismo que te invita, de
pana y todo, a otra cosa. Pero si decides seguir, he aquí lo revolucionario: el cachazo.
Duro. Contundente. No quites una vida por
una mariquera. No siempre es fácil entender que “quieto es quieto”. Por nerviosismo,
porque le costó que jode ganárselo o por lo
Caracas, 20 de julio de 2014.
Pero también hay comunas. Radios que
hoy son más que unos altoparlantes. Ministerios de las tablitas de salvación y ministerios del Poder Popular. Pero así como
hay gente que desea seguir viviendo en la
calle por diversas razones, hay gente que
no quiere ser parte del Consejo Comunal.
Gente que saludamos con el consabido
movimiento de mentón.
Las mujeres en sus casas tienen lo socioproductivo. Se animan, como antes, como
siempre, y son las primeras en organizarse. Son las primeras en creer que las cosas
pueden cambiar. Te mandan a poner eso
aquí o más allá porque es muy pesado, solo
por eso. Y se sientan y trabajan, o se paran
y trabajan, y creen que Consejo Comunal
es igual a Poder Popular. Aunque algunas
se distraen, hasta se mueren, colocándose
culos postizos; son las menos. Juan tuvo sus
15 minutos de fama y aprovecha para decir
que quiere a su mamá y a su papá, aunque
todo haya sido como fue.
Entonces, Caracas cumple años, y tal. Un
poeta de verdad dijo una vez que la había
visto reír, que la había visto llorar. Caracas cumple años y no está el Comandante,
quien caminó por Prado de María y en más
de una pata ’e cerro estuvo. Cumple y lo extrañamos, lo queremos. Mientras la gente
de los cerros hace lo que tiene que hacer
para que el Poder Popular esté donde tiene
que estar, sigue pendiente de la gente de los
cerros, Nicolás.
07
CRUZ DE LA VEGA
de monte y culebra
a barrio vertical
POR ROCÍO CAZAL
FOTOGRAFÍAS AMBROSIO PLAZA
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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En 1936 ya existía Cruz de la Vega. Los ranchos eran de
madera y zinc hasta los años 50. Las condiciones eran
precarias, pero los vecinos se levantaron al construir
con ladrillos y cemento. Ahora hay 200 familias allí y
la lucha por un mejor convivir está presente en todos
Cuando hablamos de barrio, siempre se
piensa en un gran cerro y en viviendas en
alto riesgo. No. Pasajes, calles y callejones
también forman parte de ese terruño que
le da sentido de pertenencia a la gente que
allí habita.
Eso ocurre en Cruz de La Vega, un pequeño barrio que está algo escondido, en la parroquia San Juan, y que no llega ni a media
cuadra. Allí casi todos se conocen y tienen
todo a la mano: preescolares, colegios, ferreterías, lavanderías, abastos, un módulo
de Barrio Adentro y demás.
La señora Juana Mercedes Celis, mejor
conocida como Juanita, de sus 80 años de
vida lleva 77 viviendo allí. Es fundadora del
lugar, al que llegó a los tres años junto a su
mamá Asunción Yépez y su abuelita María
Teresa Yépez.
“Esto aquí era monte y culebra. Nosotras
fuimos las primeras que llegamos aquí.
Veníamos de Maracay a la plaza Capuchinos en el año 36 y, como estábamos recién
llegadas, no hallábamos para dónde agarrar. Al frente había una pensión de un
señor llamado Manuel Yambó, un negrote
él, trinitario. Ellas hablaron con él para
que pudiéramos alojarnos. Yo estaba muchachita, pero me acuerdo como si fuera
ahorita. Ahí estuvimos un tiempito, pero
eso lo iban a tumbar y él le dijo a ellas que
teníamos que desalojar, pero que tenía
aquí un pedacito de terreno y que nos lo
iba a vender. Tenían que pagar un bolívar
por día hasta llegar a 300”.
Por supuesto, un bolívar era bastante para
la época, pero la madre y abuela de Juanita lograron costearlo con esfuerzo y sudor.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Velas, leña y tobitos
Allí, el señor Yambó les vendió un quiosco
de lona verde, donde vivieron un tiempo,
siempre pendientes de que los alacranes
no las picaran. Después se fueron instalando otras familias y todos habían hecho
sus ranchitos con tablitas de madera y zinc.
Recuerda, incluso, que para la época había
carretas arreadas a caballo.
Las condiciones de vida eran muy precarias.
No contaban con servicios de electricidad y
mucho menos de agua. Las velas, lámparas
de gas y tobitos eran la orden del día para
las familias que allí residían. La leña también formaba parte de sus vidas a la hora
de cocinar.
¿Cuándo comenzaron a sustituir los ranchos por casas? La señora Juanita recuerda
que pasaron muchos años viviendo así porque los gobiernos de Eleazar López Contreras y de Isaías Medina Angarita no dejaban
que hicieran otro tipo de construcción.
“Esto era un campo. De hecho, siempre
íbamos al Guaire, que estaba limpio. Allí lavábamos. La gente también venía hasta acá
y se bañaba ahí. También pasábamos hacia
el otro lado, que era puro monte” (ese otro
lado ahora es la parroquia El Paraíso).
Caracas, 20 de julio de 2014.
09
Luego, las casas con bloques y cemento comenzaron a construirse en el barrio Cruz
de La Vega a partir del gobierno de Marcos
Pérez Jiménez. Todas esas viviendas se hicieron con mucho esfuerzo, con los recursos de sus residentes.
Pero ya el barrio se llamaba así, desde que
tiene uso de razón la señora Juanita, porque
la esquina que da hacia la avenida San Martín se llama así, aunque la señora Zenaida,
vocera del Consejo Comunal Francisco
Pancho Rodríguez, señala que un monseñor que llegó a Caracas quería hacer una
santidad en cada parroquia. Por eso creó las
esquinas de Crucecita, la de Cruz Verde y
Cruz de La Vega, por nombrar algunas.
Allí, cuenta la señora Juanita, han pasado
muchas cosas, pero la historia más increíble que recuerda fue cuando, al frente de su
casa, un hombre se ahorcó amarrado a una
mata y, luego, otro también hizo lo mismo
en otra vivienda aledaña. ¿Crisis económica? ¿Mal de amores? No, ella piensa que el
motivo principal fue la manera exagerada
que tenían de consumir aguardiente.
En la unión
está la fuerza
Juanita fue enfermera de la Maternidad
Concepción Palacios durante 40 años y
poco a poco fue construyendo su modesta
vivienda de cemento.
Para los años 90 había 36 casas. A medida
que ha pasado el tiempo, el barrio creció mucho, pero hacia arriba. Ese pedazo tiene casas hacia la vereda y hacia atrás y cada quien
construye pisos encima de cada techo. Ahora
hay 200 familias allí: unas despreocupadas
porque son sus viviendas y no le deben nada
a nadie, otras están alquiladas.
Sin embargo, ya constituidos, la angustia
llegó en un momento para los habitantes
del barrio Cruz de La Vega. Por los 90 llegaron unos árabes a decir que eran supuestos
dueños de esos terrenos y comenzaron una
pugna legal, pero en Maracaibo. Algo muy
extraño, pues muchos de sus fundadores tenían más de 50 años residiendo allí.
“Querían tumbar todo esto, entonces nos
unimos y cada uno tenía una misión. A mí
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
10
Juanita es
referencia en
el barrio. Allí
tuvo a sus
hijos, tres de
ellos paridos
en su casa. Se
graduó en la
Misión Ribas
hace 10 años
—
unos muchachos de El Guarataro para acá a
jugar basquetbol y las mujeres se ponen ahí a
hablar con ellos y los corren, pero yo no veo
que haya mayores problemas”.
Pero para tener más tranquilidad aún,
cuentan con un módulo de Barrio Adentro
“a pata ’e mingo”, como se dice. Ha sido lo
mejor para ellos, a la hora de tener alguna
emergencia médica primaria.
La hija de la señora Juanita, Iliani Córdova,
fue una de las que lucharon por ese módulo.
“Tú sabes que se hizo una petición. Vinieron unos ingenieros y nada que terminaban
la obra. Se hacían los locos y decían que se
habían acabado esos reales. Entonces ella
iba hasta Fuerte Tiuna, y a varios lugares, a
hablar para que se culminara, hasta que por
fin se hizo”. Incluso, Iliani trabajó allí como
me tocó ir donde el síndico procurador, a enfermera hasta hace tres años, cuando
otro a la Gobernación del Distrito Federal murió de una enfermedad pulmonar.
y así… Andábamos en las calles con unas
pancartas y nos fuimos para Radio Rumbos, Lo cierto es que la señora Juanita es referena la televisión y a los periódicos a denunciar cia en el barrio. Allí tuvo a sus hijos, tres de
a los árabes que se querían coger esto. En- ellos paridos en su casa. Se graduó en la Mitonces nos fuimos la señora Zenaida y yo a sión Ribas hace 10 años y desde 1996 goza
Maracaibo. Nos movimos. Llevamos actas de de los beneficios de jubilación y pensión.
matrimonio, de defunción y de nacimiento,
facturas de luz. Todo eso. Hasta busqué una Ahora, el Consejo Comunal tiene un procarta que mi abuelita le había hecho al señor yecto de gas directo (aún cocinan con
Manuel Yambó donde le pedía a él su papel bombonas), tendrán un espacio para la rede propiedad o algunas escrituras de ese pe- creación infantil y cuentan con otros dos
dacito de terreno, porque ella le había pagado planes: uno socioproductivo (taller de coslos 300 bolívares. No la conseguí, pero lleva- tura) y otro de viviendas para 77 familias,
mos todos nuestros papeles. Resulta que los pues algunas están alquiladas, arrimadas
documentos de esos árabes estaban viciados. y/o hacinadas.
Eran forjados. Eso lo ganamos nosotros y no
Asimismo, cuentan con un espacio para
nos citaron más nunca”.
construir un polideportivo, aunque la maA partir de allí, los vecinos tienen títulos yor lucha que tienen es que salgan unos
supletorios sobre bienhechurías porque el galpones de cerámica de allí (que antes
terreno es de la municipalidad. Este docu- eran una casa de vecindad, luego funciomento les vale como título justo y auténtico naba el canal 5 y después fue el Palacio de
para legitimar la posesión de las viviendas los Deportes). No tiene lógica, para la seque construyeron. Por allí, la tranquilidad ñora Zenaida, del Consejo Comunal, que
esos galpones estén allí, porque perjudican
llegó a sus residentes.
el ambiente y la salud de los habitantes.
Pero no solo eso les genera paz. Para la señora
Juanita, en este barrio se puede vivir, a pesar Sí, la lucha continúa en Cruz de La Vega,
de los tiempos de violencia que escucha de pero también persisten las alegrías: Juanita
otros lugares. “Siempre pasa una que otra co- y sus vecinos participan en los carnavales,
sita, pero yo le doy gracias a Dios porque sal- en las fiestas de San Juan y en las parrandas
go, vengo, voy y, de verdad, no veo que haya decembrinas. Todos, unos más que otros,
delincuencia acá. A veces dicen que vienen están unidos por las buenas causas.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
Caramelo, tabaco
y chocolate
Un día de 1994 me avisaron
que en la cancha del bloque
18 del 23 de Enero, allí, a pocos metros de donde yo vivía,
iba a presentarse el Sexteto
Juventud. Una gracia más de
la gente de la Coordinadora Simón Bolívar
que solía, y suele, sorprender a la gente de
la parroquia con sus invitados estelares, con
sus humildes actividades que de pronto se
convierten en conciertos para la historia. Así
que esa noche invité a mi hermana mayor,
Morella, y juntos fuimos para allá a presenciar la cosa. Grata sorpresa: ahí estaba
ya Carlos Quintana, "Tabaco". Juan nos
presentó al viejo, y al rato se montó en esa
tarima a sonear.
Varias cosas inolvidables tuvo para mí ese
toque. Una, que a mitad de su presentación
el inolvidable cantante se dirigió al público
más o menos con estas palabras: "Bueno señores, yo sé que ustedes vinieron aquí fue a
escuchar salsa, a vacilarse el son sabroso del
Sexteto. Pero les pido que me disculpen un
momento, porque hay una pieza que yo pegué
hace un montón de años y que a los salseros
no les gusta mucho porque les suena a guachi-guachi. Yo siempre la canto cada vez que
me presento porque le tengo mucho cariño.
Es que esa canción me dio de comer muchos
años, y también dio a conocer al grupo en todas partes. Entonces, me disculpan ustedes,
pero yo la voy a cantar aquí también".
Acto seguido comenzó a sonar el Sexteto
Juventud en ritmo de bugalú (¿o de twist?)
y Tabaco nos metió en el túnel del tiempo
y nos arrancó la ovación de la noche con
aquella canción que dice: Tú eres caramelo
‘e chocolate / Tú eres la alegría de mi vida…
El hombre cantó también esa pieza que los
presos convirtieron en su himno, “La Cárcel” (Cuando se desea / la bonita libertad...)
y otras que pegó más tarde con Tabaco y sus
Metales. Carlos Quintana murió pocos meses después de ese toque (mayo de 1995),
cuya segunda cosa inolvidable es una que
seguramente mi hermana tampoco olvidará
jamás: Tabaco no le quitó los ojos de encima
ni un instante, mientras cantaba.
José Roberto Duque
11
pLAN DE MANZANO
UNA ZONA
viable
PARA VIVIR
POR kAY YAM HUNG
FOTOGRAFÍAS AMBROSIO PLAZA
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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al igual que otras zonas populares de nuestra urbe,
plan de manzano se configura como esa especial forma de vivir del caraqueño: una permanente dialéctica
comunal. a pesar de las tragedias vividas en el lugar
vuelven porque ese es su hogar
Mientras subíamos podíamos ver la “trocha”.
Se acordó del tiempo en que se cayó el viaducto y una de las pocas opciones para llegar
a Caracas era por la carretera vieja. “Los vecinos y yo invertimos el dinero que teníamos
en comprar agua, refrescos y chucherías para
venderle a la gente de la cola, que podía durar seis horas o más. Fue una manera en que
nos ayudamos para conseguir dinero duranBlanca Velázquez vive allá desde que nació, te todo ese tiempo”.
tiene 30 años, trabaja en la Asamblea Nacional como suplente auxiliar de manteni- Al llegar a Plan de Manzano fue como si esmiento y vende bollos los viernes. “Solo el tuviéramos en una zona comercial: abastos,
bollo por ahora”, dijo mientras nos montá- farmacias, carnicería, licorería, panadería,
bamos en la primera camioneta para ir a su de todo. También hay un dispensario que
casa, que se aborda en toda la entrada de atiende a los habitantes de todos los secLa Guaira. A cualquier hora que llegues vas tores. La joven recordó que este lugar fue
a conseguir transporte que te deja en Plan donde trabajó por primera vez, básicamente lo que hacía era anotar a los que iban
de Manzano.
La carretera vieja Caracas-La Guaira es
poco utilizada hoy en día por los caraqueños, y cuando lo hacen es solo para evitar
las colas. Sin embargo, este camino no es
solo un desvío. Desde hace muchos años
es el hogar de numerosas familias que a
pesar de las tragedias ocurridas en el lugar
regresan.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
llegando. En una esquina se encuentra la
iglesia Centro Lorenzo Herrera Mendoza,
en la que los niños y niñas se bautizan y los
adolescentes hacen su primera comunión y
confirmación.
“Es como la capital de aquí, el punto céntrico
para agarrar a otros sectores”, afirmó Blanca
mientras seguíamos el camino.
Algunos de los sectores son La Colina, La
Torre, Ojo de Agua, Nuevo Día, El Limón,
El Futuro, El Porvenir, El Paují y el más famoso: La Vuelta del Diablo, que originalmente se llamaba La Vuelta de San Miguel
Arcángel; los mismos vecinos le cambiaron
el nombre. Este último es el final de la zona
poblada y lo utilizan para reunirse los fines
de semana mientras escuchan música con
13
los carros y comen. “Hacemos parrilla, ju- se anotan en la lista y dejan sus potes para
gamos dominó y no puede faltar el truco”, que se los llenen de comida, los pasan buscando justo al mediodía.
comenta Blanca.
La muchacha tiene su casa en El Paují. Para
llegar hasta allá abordamos un carro que
pasa por su casa y se regresa justo en La
Vuelta del Diablo.
En su barrio la gente se conoce de toda la
vida. Mientras íbamos caminando, saludaba
a los vecinos. Dice que todo aquel que quiera
saber algo se lo pregunte a la señora Pastora,
que lo sabe todo y si no te lo averigua. También tienes a otra vecina que le dicen Globovisión, quien es la competencia de aquella en
el sector.
Los niños de la zona, que salieron de sus
clases, vienen caminando. Nosotros bajamos por las escaleras dos y llegamos a
una de las tantas escuelas que se encuentran registradas allí. La escuela Arnoldo
Gabaldón es una edificación de unos tres
pisos que tiene una cancha en la azotea
para que puedan recrearse los estudiantes. Los niños corrían por la entrada
mientras una de las maestras nos cuenta
que esta fue construida por unos misioneros evangélicos de Costa Rica, que fueron para allá y notaron la necesidad de
una escuela.
El Paují se divide por escaleras, de la uno a
la seis. Su casa está entre la tres y la cuatro y, La señora Omaira es la encargada de la canjusto en la dos, tienen un comedor popular. tina que está al lado. “Ella es mi tía. Bueno,
Aquellas personas que no tienen que comer no es mi tía de sangre, pero sí de vida. Así
El Paují se divide por escaleras,
de la uno a la seis. Su casa
está entre la tres y la cuatro
y, justo en la dos, tienen un
comedor popular
—
Caracas, 20 de julio de 2014.
MITOS DE LA CARRETERA
Cuando íbamos pasando por unas de
las casas del barrio, Blanca nos cuenta que ahí vive una bruja. ¡Así como lo
oyen! Y no es el caso de una sino de
varias señoras que se convierten en
unos pájaros enormes, parecidos a un
búho, y se la pasan por los techos.
Afirman que aquellos niños que no
estén bautizados son visitados por
ellas y los muerden; solo una mujer
embarazada primeriza los puede
salvar para que el niño o niña no se
enferme o, como dice Blanca, “no le
echen el mal de ojo”.
Pero este, como es un mito, hay que
explicarlo mejor. Lo publicaremos en
otra edición para que tenga el espacio
que le corresponde.
Otros caso misterioso es el de la novia
que se monta en el carro de aquellos
conductores que pasan por la carreta
en la noche. Les repaso rápido la historia. Se cuenta que en tiempos pasados,
en los poblados de Vargas, una joven
pedía cola en la carretera vieja de La
Guaira. Al bajar, ella olvidaba en el carro unas flores que traía consigo. Cuando el chofer que le había dado la cola se
devolvía a la casa donde había dejado
a la joven a llevarle las flores, abría la
puerta una señora quien, con una foto
de la muchacha, le decía al conductor
que ella había muerte hace años.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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LA VAGUADA DEL 99
El plan lo
agarran
muchas veces
para hacer
grandes
fiestas para
todos los
que viven por
esos lados...
—
les digo a muchos de los que viven aquí;
imagínate, toda la vida viviendo juntos…
ya son parte de mi familia”, dice Blanca
mientras nos la presenta.
Tía Omaira es evangélica y, mientras nos
regala un jugo bien frío, nos cuenta que ella
tiene al frente de su casa un conuco, arriba
en la montaña. Allí ella dice que escuchó por
primera vez a Dios y es donde también siembra todo lo posible: plátano, verduras, caña
de azúcar y hasta cría sus propias gallinas y
vende los huevos.
Las lluvias que azotaron a la costa de La
Guaira en 1999, también afectaron a una
gran parte de los habitantes de los sectores
de Plan de Manzano.
Al comenzar a relatar lo sucedido ese diciembre, a Blanca se le entristecen los ojos.
“Esa noche llovía mucho, el agua nos llegaba
a las rodillas, salimos a la calle y no había luz.
Recuerdo que por estas mismas calles bajaba
un río de agua inmenso, varias casas de mis
vecinos quedaron derrumbadas”.
Al día siguiente tuvieron que bajar a pie
hasta El Limón, que es la parte de la carretera que se comunica con la autopista.
“Allá estaban unos carros que llevaban a
la gente hasta Catia. Para llegar hasta ese
punto tuvimos que pasar por encima de
carros, escombros y piedras grandísimas
que fueron arrastradas por la corriente.
Cuando llegamos a la ciudad, estaban regalando comida y agua potable. Es impresionante cómo la gente se desesperaba y,
a empujones y brincos, querían conseguir
algo para comer y beber".
Ella y su hermano menor se quedaron en
casa de un tío y pudieron avisarle a los familiares que estaban bien, mientras su mamá se
quedó en la casa. Así como también muchos
de los vecinos se quedaron para cuidar sus
cosas y entre todos se ayudaban para limpiar
los escombros.
Fuimos bajando hasta llegar donde quedaba antes el vertedero de basura, que ahora “Al tercer día regresamos y lo que podíamos
es una zona totalmente limpia y libre de ver por el camino era una desolación, por
toda la carretera. Aquellas enormes casas ya
contaminación.
no existían y en su reemplazo había piedras y
El plan lo agarran muchas veces para ha- árboles caídos. Para ese día habían restablecer grandes fiestas para todos los que viven cido el transporte”, cuenta la muchacha.
por esos lados, también lo usan para hacer
carreras de carro o simplemente para escu- Ella recuerda que algunas de las personas lo
char música sin molestar tanto a los vecinos. veían como diversión; es que, a consecuencia
A sus alrededores están unos parques para de las lluvias, se formaron ríos, arriba en la
niños y un gimnasio para que se ejerciten sin montaña, que bajaban por la carretera y allí
se bañaban.
ir muy lejos.
Blanca hace un tiempo —tres años— se
mudó para Cúa pero no le gustó; además,
era muy lejos, no era el mismo ambiente.
“Siempre voy a regresar, aquí tengo amigos,
vecinos, familia, esta es mi comunidad, mi
barrio querido”.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
“Gracias a Dios nuestro sector no se vio tan
afectado como otros y los daños fueron más
que todo materiales, algo que poco a poco se
recupera. Para el 31 de diciembre algunos de
los vecinos se mudaron y el resto seguimos
viviendo la vida como si nada”.
Caracas, 20 de julio de 2014.
El sueño que crece
en El Ciprés
Hay una manera efectiva de
ahuyentar a un taxista. Pídale
que le haga una carrera a Las
Adjuntas, parroquia Macarao.
Fruncirá el ceño. Subirá el
vidrio del carro y se irá. Pero si
pregunta ¿hasta dónde exactamente?, no se le
ocurra responder que a El Ciprés. Diga mejor:
a cuatro cuadras de la estación del Metro. Si el
hombre acepta, usted debe prepararse para
escuchar lo siguiente: “¡Esa zona es candela!
¡Pa’cá lo que hay es malandro por coñazo!”.
El taxista no exagera. El año pasado un adolescente asesinó a su novia cuando jugaba a
sostenerle una pistola en su boca. Un señor
acuchilló a un joven que le echó una broma de
mal gusto y la celebración de Carnaval que se
hizo en la entrada del barrio culminó con dos
hombres en el cementerio y tres en el hospital.
Hubo que limpiar con manguera la calle donde
se consumó la carnicería y, de paso, presenciar el espectáculo del agua roja que fue a
encontrar su cauce bajo el mural que rezaba:
“Bienvenido a El Ciprés”.
Pero El Ciprés tiene también sus encantos. Por
ejemplo, debe su nombre a un árbol que se erige en el patio de una casa que, según versiones
populares, perteneció a Antonia, la hermana
de Bolívar. Se le conoce —gracias a un animal
embalsamado que posaba en la terraza—
como la Casa del León. Tanto el árbol, al que
se le calcula más de un siglo, como la derruida
casona, constituyen los dos grandes patrimonios que los vecinos se resisten a perder.
El árbol está allí, viejo, gris y la casa se sigue
cayendo, aguantando las contradicciones:
por las noches es una guarida para el malandro que huye o prepara una emboscada y
los domingos por la tarde es visitada por el
Consejo Comunal La Charanga I. Sus integrantes le arreglan la cerca, le cortan la maleza y,
cuando terminan de limpiarla, encienden el
carbón para una parrillada, arman una mesa
de dominó en el patio y dejan sonar la música
que anuncia un baile de tambores. Porque aquí
—dice una vecina que no va a parar nunca de
soñar— tarde o temprano tendrá que funcionar una biblioteca, un preescolar, un club de
abuelos o las tres cosas juntas, ¡ya verás!
María Cristina Martínez
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
BARRIOS DE CAR
Ffififitfi: Ifistfitfitfi Gfifigfiáfifififififififififififififififififififififififififififififi
RACAS
Nfifistfifis fifififis
18
la esperanza
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
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La Esperanza
existe y queda
cerca de la
montaña
POR mabe chacín
FOTOGRAFÍAS JONATHAN MENDOZA
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
20
en el piedemonte avileño del noroeste caraqueño
ha brotado una diáspora que es inherente a tiempos
de revolución: la comuna zona norte altagracia es
una pujante organización vecinal que traspasa fronteras imaginarias y centrifuga necesidades comunes
Si queremos una ubicación exacta, se podría
decir que pertenece a la parroquia Altagracia, aunque tenga a pata ’e mingo la parroquia
San José, Cotiza, La Pastora —por el Oeste—
y Catedral —por el Sur. Dicen que, anteriormente, todo era un gran corredor comprendido por la sabana de Ñaraulí. “No había
división, más se le dio el nombre de Cotiza
a todo el pie del Ávila. Nosotros escuchamos
que los que se sienten coticeños del Ávila llegan hasta Chapellín”.
cosa: la reivindicación de la vida en su barrio.
“Nosotros nos sumamos, a la edad de 15, al
trabajo voluntario. En aquel entonces, hace
más de diez años, en el liceo hicieron un estudio donde se evidenció que de 100 chamos,
70 perdían la vida antes de llegar a los 18 a
manos de la delincuencia y las drogas. Se sabía que todo eso era producto de un sistema,
nosotros no estábamos al tanto, hasta que
Chávez se ocupó de elevar nuestros niveles
de conciencia: ahí nos percatamos de que el
sistema capitalista nos destruía a través de la
Jaskeherry —Kerry— Rivas tiene 26 años, la droga, del consumismo”.
misma cantidad viviendo en el sector La Esperanza del barrio El Retiro de la parroquia En ese momento se formó un grupo de trabaAltagracia. Es deportista, disc- jockey de salsa jo, integrado por jóvenes, para la elaboración
y figura importante entre los jóvenes de su de los proyectos comunitarios. Aunque del
sector y de comunidades aledañas. Su visión gran grupo voluntario, que empezó hace más
es amplia, integradora y se ha paseado por un de diez años, solo quedan cinco activos en la
sinfín de organizaciones en busca de una sola comunidad, el sector ha cosechado sus frutos.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
El primer proyecto en el que Kerry puso todo
su empeño fue la construcción de la cancha
en la que ahora nos encontramos. “Antes de
que existiera doble cancha, de futbolito y de
básquet, aquí solo había un aro. Esto lo fuimos construyendo poco a poco. Muchos
de los compañeros que participaron en esta
iniciativa, ya no nos acompañan físicamente.
Quisiera nombrarlos, ellos formaron parte
del primer equipo de básquet del sector llamado H2O: Maicol, Tusa, Cesita y Gasparín,
mi hermano, que en paz descanse”.
El trabajo de Kerry no se ha quedado en el
sector donde vive, se extiende a las distintas
partes que integran la gran comunidad que se
ha formado gracias a la organización vecinal:
Comuna Zona Norte Altagracia. En ella, sectores como Villas del Sol, La Esperanza, Terrazas del Ávila, El Retiro I, EL Retiro II, Nueva
21
Esperanza Revolucionaria, Sol de Caraballo,
José María Vargas, Brisas del Ávila, Gracia de
Dios, Providencia y Alcantamar asumen un
engranaje colectivo para enfrentar desafíos.
Antes de que la cancha existiera, el espacio
era una zona bastante hostil: mucha gente,
que nada tenía que ver, moría por alguna
bala entrometida. La lucha entre bandas por
la apropiación de una plaza para vender drogas
era un evento cotidiano, hasta que la comunidad armada —de argumentos y proyectos—
batalló y reclamó el territorio que por natura- Arriba de La Esperanza se construyó una
leza le pertenecía. “Nos autosacamos del ocio. urbanización llamada Villas del Sol. Hay
muchos testimonios de que cuando la obra
estaba en pleno, el mismo Chávez venía a
supervisarla. Se ponía un disfraz, bajaba por
La Cota Mil y caminaba “cara pelá” por la
comunidad. Cuando la gente se daba cuenta
de que era el Presidente aquel sujeto “raro”
que andaba caminando por sus calles, lo metían en una casa para agasajarlo. Cuando ya
se sabía que Chávez estaba cerca, las calles
adyacentes se volvían intransitables. Cuenta
Kerry que, más de una vez, el mismo Chávez
se topó con enfrentamientos entre bandas.
“De ahí viene la idea de cambiar ‘la bicha’
por reivindicaciones reales. Cómo no te va a
Una solo chispa puede
motivar el hecho de tener al Presidente de la
incendiar una pradera
Y la chispa se regó. Muchas comunidades República en tu casa, diciéndote que te regecomenzaron a organizarse y a ver qué era po- neres, que estudies, que le eches bola”.
sible. “Ahora también nos enfrentamos, pero
nos enfrentamos con un balón, un bate, un Luego vino la organización seria. Cada quien
achante. Ya no existe esa entrega de sangre actuaba en base a sus necesidades: el basquetbolista formó un frente, el pelotero se
para poder vivir”.
La única manera de que el lugar estuviera
libre de balas era llenándolo de chamos, aunque el espacio no estuviera en las mejores
condiciones”, cuenta Kerry. “Nosotros creemos que los procesos de recuperación de los
barrios empezaron gracias a que alguien le
abrió los ojos a la juventud. Ese alguien tiene nombre y apellido: Hugo Rafael Chávez
Frías”. Anteriormente se podía contar la cantidad de disparos que sonaban en una hora,
ahora se cuentan la cantidad de puntos que
hace un equipo jugando baloncesto.
Antes de que la cancha existiera,
el espacio era una zona
bastante hostil: mucha gente,
que nada tenía que ver, moría
por alguna bala entrometida
—
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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La idea es
fusionar las
aptitudes de
los jóvenes
de la Comuna
Zona Norte y
ponerlas al
servicio de la
comunidad
—
cional cuyo equipo preparador se ha vinculado naturalmente. Franyeli Mota tiene 17 años,
vive en el OP 5 de la Misión Vivienda, entre
Jesuítas y Maturín, y es la encargada de planificar estrategias comunicacionales a través de
las Artes Gráficas. Acaba de salir de bachillerato y está en busca de una universidad para
estudiar Diseño Gráfico. Drexler Daniel Véliz
Díaz tiene 16, es familia de Franyeli y su tarea
tiene que ver con el deporte. Diana Briceño es
vecina de Franyeli y Drexler y también se unió
a la labor de recreadora en el plan vacacional.
Anthony da Silva es otro dieciséisañero, estudia de noche en un liceo y, al salir, tiene planes
de estudiar en el Inces; es de la OP 6, se dedica al grafiti y llegó al colectivo de la misma
manera que los demás: gracias a su mamá.
Gilbeny Romero también es parte del equipo,
pero no le gusta hablar mucho (todavía).
fue a un frente de peloteros, el DJ poco a poco
fue reuniendo para comprar sus equipos, el
cantante empezó a formarse. “Actualmente
estamos en una nueva etapa gracias a la evolución que hemos tenido. Aquí lo tenemos
todo. De nada sirve que yo estudie, me prepare y luego me vaya del barrio. Más bien la
intención es quedarnos y mejorarlo”.
“Sabemos que el tema ‘juventud’ es complejo.
La intención es captar, aceptar y sumar, no
ahuyentar a los chamos. Que cada quien pueda ayudar desde el espacio que le guste”, explica Kerry. Estas son apenas unas pocas caras de
todas las que participan en proyectos con La
Comuna Zona Norte Altagracia y otros vínculos. Acá se rompe totalmente con la división
político-territorial de las parroquias: se trabaja
Hoy Kerry ayuda a varios jóvenes de la zona, para una gran comuna, no solo para el sector.
sin importar si son de su sector o no, a integrarse a procesos para el desarrollo comu- Adrián Bielostotzky tiene 24 años y es fiel
nitario. La potencialidad de cada joven es compañero de Kerry desde los inicios de la
puesta al servicio de todos. Los espacios de lucha organizativa en el sector. También hizo
vinculación fueron las reuniones del Jpsuv un importante trabajo voluntario para limen el bulevar Panteón con movimientos de piar de delincuencia y drogas a La Esperanza
recreadores, de deportistas, de cultores. Allí a través del deporte. Nairoby Noguera es de
se crearon alianzas y se articularon varias co- la misma generación que Adrián y también
munidades a través de los movimientos juve- le tocó vivir las vicisitudes de la zona. Juntos
niles. “Actualmente estamos en un proceso de se apoyaron en los eventos deportivos para
formación en varias comisiones. Existen 16: borrar la violencia de su contexto social.
deporte, cultura, comunicación, formación,
política electoral, finanzas, sexo-género-di- “Ser joven y no ser revolucionario es una conversidad, análisis de políticas internacionales tradicción hasta biológica”, dijo una vez Salvador Allende, frase que toma Kerry como
y otras que no recuerdo ahora”.
bandera de todo lo que su trabajo representa.
Cotiza, Altagracia, La Esperanza, El Panteón,
En proceso
la OP 5, OP 6, La Pastora, El Retiro, Villas
de formación
Kerry está formando un nuevo equipo de tra- del Sol y cualquier comunidad aledaña, con
bajo a través de las madres que asisten a las sus distintos nombres y sus complicadas —e
reuniones del Jpsuv en la parroquia Altagra- inexistentes— divisiones territoriales, son
cia. La idea es fusionar las aptitudes de los jó- vistas como una sola masa que unifica, reúne
venes de la Comuna Zona Norte y ponerlas al muchos puntos de vista, formas de pensar,
servicio de la comunidad. Actualmente se en- aptitudes y voluntades con una solo finalicuentran en la planificación de un plan vaca- dad: mejorar la vida en el barrio.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
La Vega:
fiel y amado callejón
Justo antes del parque Juan
Cuchara, y al frente del conocido Dispensario (hoy Sala de
Rehabilitación Integral), está
el callejón Canaima, lugar
donde nací. No lo confunda,
estimado lector, con la calle Canaima, otro
lugar de mi querida parroquia: La Vega.
Los vegueños tenemos algunas banderas
que, orgullosamente, alzamos cuando
estamos en cualquier otra parroquia de
la capital: Carlos Quintana, alias Tabaco
(emblema de la salsa en todo el mundo), el
padre Francisco Wuytack y los tambores de
San Juan más antiguos de Caracas.
Para llegar al callejón, usted tiene que acercarse a la redoma de La India y adentrarse
barrio adentro, pasar el bulevar y, cuando
llegue al Dispensario, ver de par en par las
rejas abiertas. Cruce no más y estará en el
lugar. No tiene más de 15 casas, todas de dos
o tres plantas. Es un callejón de dos partes: la
primera recta de tres metros de ancho y unos
20 de largo, la camina derechito y, al doblar
a la izquierda (siempre vamos a la izquierda), verá el patio de nuestras vidas, nuestro
estadio, nuestro salón de fiesta, nuestro
centro de reuniones, nuestro jardín, nuestra
sala, nuestra piscina, todo en tres metros
de ancho. Ese callejón ha dado para todo.
Quienes vivimos ahí nos conocemos desde
hace tanto que no recordamos el momento de
la presentación inicial. El callejón Canaima es
una fiel muestra de cómo es Caracas: hay andinos, orientales, dominicanos, maracuchos,
evangélicos, católicos, músicos, carpinteros...
En el callejón Canaima difícilmente puedes
guardarte algo. Los lutos son colectivos, las
celebraciones también, las buenas noticias,
las malas, los cambios, las mudanzas, todo.
Hace tiempo mi mamá me enseñó una
canción de Arabella, la sonera mayor, que se
fue convirtiendo en el himno de ese adorado
espacio y que, para finalizar, comparto un
fragmento con ustedes:
“Este callejón lo sabe, este callejón lo añora,
este callejón sombrío, en silencio rememora. Una casa vieja, un sueño que soñé en sus
ventanales, el mundo siempre es pequeño
para los del callejón”.
Gabriel Ramírez
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San Agustín del Sur
Todos
los
barrios
unidos...
POR ROCÍO CAZAL
FOTOGRAFÍAS Jonathan Mendoza
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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San Agustín del Sur es la cuna de grandes músicos, quienes la consideran la capital musical de venezuela. Tiene
una decena de barrios que se dividen en otros tantos
y cada uno tiene sus artistas. El grupo Son del Barrio es
muestra de que allí lo que sobra es rumba y guaguancó
El calor de San Agustín se siente cuando
caminas sus calles y veredas. Pareciera que
todos se conocieran. Hay camaradería, hay
alegría, hay rumba, hay son.
La agrupación Son del Barrio también nació en San Agustín del Sur, pero no desde
ahora: sus 12 músicos tienen decenas de
años de experiencia en esto de darle sabor y
ritmo a todo lo que se les pase por el frente,
Fue una parroquia olvidada por muchos y ahora están juntos para darle más orgullo
años, además de estigmatizada, hasta que y renombre a su parroquia, su gran barrio.
desde hace 15 comenzó a ser escuchada y
reconocida. Y no es para menos, allí es- ...Vamos a cantar ahora
tán congregadas 45 agrupaciones musica- Noel Márquez, productor de Son del Barrio,
les y culturales registradas formalmente, señala que allí se congrega un grupo de selos talentos son innumerables porque en res humanos que han transitado por la vida
cada rincón hay uno que otro dándo- con dificultades de toda naturaleza, pero
le duro al tema sonoro. No en vano, allí que no han perdido la fe, el encanto y el denacieron, se criaron y surgieron Luisito seo de seguir aportando a la cultura de la
Quintero, Carlín Rodríguez y el Grupo parroquia. Es por esto que se convierten en
Madera, por nombrar algunos, para po- ejemplo para las nuevas generaciones, que
ner el nombre de Venezuela en alto con tiene que ser reconocido por las sociedades.
sus ritmos pegajosos.
Y es que cada vida ha hecho una historia.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
“¿Qué es ser del barrio? Es ser un ejemplo.
En este barrio de donde somos, de donde
venimos y de donde vamos a permanecer
hasta el fin de nuestros días ha surgido un
ejemplo para Venezuela y para el mundo de
cómo se sortean las dificultades, cómo se
desafía el fatalismo y cómo, a través de la
música, se ha elaborado una razón de vida.
San Agustín es la capital musical de Venezuela”, manifiesta Márquez
De hecho, para él y su combo de músicos,
desde ese gran barrio ha surgido un sentir
y una esperanza que se mantiene con hidalguía. “Hemos dado sangre, sudor, vidas,
alegría para ser lo que somos. Aquí hay un
gabinete cultural de la parroquia San Agustin, donde convivimos y coexistimos más
de 45 agrupaciones musicales y artísticas”.
25
Tanto es así que para Luis Avilán, vocalista de Son del Barrio, mejor conocido como
“El abuelo de la salsa”, en San Agustín del
Sur lo que hay es una verdadera cuna de
músicos: “Yo me crié en La Ceiba, donde
había un grupo musical en la tercera calle.
Era Armando Flores y su sexteto. Yo trabajé
con ellos de bongocero, pero en Marín (el
barrio) es donde habían más músicos”.
Claro, de Marín nació el grupo Madera y
de allí también surgieron Carlín Rodríguez (padre e hijo). “Cuando mi papá era
presidente del Afinque de Marín, acá en
San Agustín, tenía este proyecto, con la
amiga Mirna Tovar, de crear una agrupación fuera de lo común con músicos bohemios de la parroquia. Mi padre muere y
deja esa propuesta musical de lo que es Son
del Barrio. Entonces, mi hermano, Noel
Márquez, y yo nos reunimos. Empezamos
a conjugar el rompecabezas y formamos el
mapa de lo que es esta agrupación: es la
vivencia de cada uno de ellos como padres
de familia, como músicos, como forjadores de la cultura”.
La idea es demostrar a la parroquia, al país
y al mundo el talento que hay en esa barriada popular, pues muchos músicos nacieron,
se criaron y continúan dando sus frutos en
San Agustín del Sur.
Si alguien habla de salsa o
de tambores tiene que hablar
de San Agustín
—
Sonero soy
y no te miento...
Los barrios Marín, Hornos de Cal, El Manguito, Negro Primero, La Charneca, El Mamón, La Ceiba y demás son patrimonio, sin
contar que cada rincón de San Agustín es
musical.
“San Agustín es una parroquia patrimonial
en todos los barrios que la conforman, porque con sus espacios y personajes contribuye al incremento del patrimonio cultural de
la ciudad. Además, hay un gran proyecto de
recuperación de las calles, de todo el bulevar con sus fachadas bonitas, sin contar el
metrocable, que es un patrimonio estructurado. Aquí, organizaciones y seres humanos
Caracas, 20 de julio de 2014.
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San Agustín
es una casa
grande,
bonita y
una familia
hermosa, que
todo se puede
hacer allí sin
salirse de las
coordenadas
de Parque
Central
hasta Puente
Hierro
“No es fácil vivir en un barrio de San Agustin, ni de ningún lado, pero hemos tenido
la dicha de tener a nuestros padres al lado
con buenos consejos y de estar trabajando
toda una vida. La comunidad es organizada
en ciertas cosas, no en todo, por lo menos
en lo que se refiere a la cultura, que mucha
falta nos hace”, cuenta Peña.
Pero anteriormente no eran visibilizados
los dotes de los artistas que allí hacen vida.
El apoyo a la cultura en este sector comenzó desde que el presidente Hugo Chávez
ejerció el poder en 1999 y comenzó a dar
apoyo a los cultores populares.
“Yo tengo hijos que llevé a la Escuela de
Música José Ángel Lamas, les hicieron las
pruebas y después de que se enteraron que
eran de la parroquia San Agustín, no los
aceptaban. Ahorita tengo uno que tiene 11
añitos y está estudiando en la Sinfónica sin
pagar medio. Anteriormente no había esa
posibilidad”, resalta Marcano.
Y tanto se le ha dado importancia a esta pahan aportado para conformar esa identidad rroquia que se recuperó el Teatro Alameda,
del caraqueño. Si alguien habla de salsa o de escenario que recibió hace mucho tiemtambores tiene que hablar de San Agustín”. po, por los años 40, a artistas reconocidos
como Jorge Negrete, Pedro Infante, Benny
Claro, para estos músicos de cepa no podría Moré, Celia Cruz, Julián Soler y Toña La
entenderse la ciudad sin el corazón artístico Negra, entre tantas glorias de la música lade este gran barrio, donde seguirán surgien- tinoamericana y caribeña.
do grandes exponentes para exportar.
Se trata de un foco vivo y activo, como dice
Gregory Cedeño, vocalista, creció y conti- Noel Márquez, más que un teatro es la casa
núa viviendo en La Charneca. Allí imparte de la cultura. “Fue tomado por la comuclases de comida venezolana, incentiva a los nidad como un espacio para respirar. Ese
adolescentes al deporte o cocina tortas para teatro fue un lugar histórico para la comulos más pequeños. Para él, San Agustín es nidad que sigue mandando energía. Pero
una casa grande, bonita y una familia her- también tenemos la Fundación Grupo Mamosa, que todo se puede hacer allí sin sa- dera, la Coordinadora La Calle de los Nilirse de las coordenadas de Parque Central ños, la Cofradía San Juan Bautista, también
hasta Puente Hierro. “Es acogedora, chéve- el trabajo que hay en las escuelas con tallere. Aquí te conoce desde el que vive en El res de percusión, de danza. Muchas organiMamón como el de La Charneca, de punta zaciones culturales hacen vida acá”.
a punta”.
Lo cierto es que no solo estos músicos viven
Y tanta es la sonoridad que se expresa en de eso: los de Son del Barrio, como los de
San Agustín que el timbalero Luis Quintero, otras agrupaciones, viven de ser serenateros,
Juan Palacios con la tumbadora, Luis Peña, carpinteros, zapateros, cocineros, así como
Ismael Marcano y Mon Carrillo, entre tan- de la docencia, sin dejar a un lado lo que le da
tos otros, también se unieron en este pro- realmente vida a sus vidas y a la comunidad:
yecto para darle más renombre a la parro- la música, el son, la rumba y el sentir popular
de su gran y querido barrio San Agustín.
quia y demostrar siempre sus virtudes.
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Caracas, 20 de julio de 2014.
La quinta de los Cristanis
Desde muy niña sentí una
espesa curiosidad por la
quinta de los Cristanis, sobre
todo porque entendía cómo
desentonaba en medio de las
demás casitas, que seguían un
ritmo de cosa hecha a las carreras y con lo que
se pudo. Pero esa no, esa era una casota, con
jardines profundos y caminerías de piedra. En
el centro del patio lucían, siempre solas, una
mesa redonda, blanca, rodeada de sillas de
hierro, pintadas de nube luminosa y, crubriéndolas, una sombrilla que parecía enorme y
orgullosa de la protección que le procuraba a
nadie. En especial me admiraba de la cantidad
de ventanales y puertas de madera gruesa que
tenía aquella casa. Quedaba a una cuadra de la
mía, y eran tan radicalmente distintas, como
una vieja encopetada junto a una adolescente
harapienta. Hasta la quinta Cristanis llegaba el
Alto Hatillo que, sin previo aviso ni veredas o
murallas de contención, daba paso al barrio El
Calvario, mi barrio. Casi nunca veía a nadie en
la quinta, a veces divisaba entre el jardín, bien
adentro, una figura regando y podando matas;
también a veces veía salir un carro del estacionamiento. Pero la mayor parte del tiempo era
densa la soledad que exhalaba aquella casa,
en contraste con las rochelas que se prendían
en las esquinas cercanas. La quinta de los
Cristanis era una abuelita en eterno luto.
Un sábado por la mañana nos estremeció el
grito de un vecino:
—¡Se mató el muchacho de la quinta Cristanis!
Mi abuelo y yo bajamos entre un pequeño tumulto de gente. Dos patrullas de policía y una
ambulancia estaban mal paradas frente a la
quinta, y dos hombres cargaban como podían
un bulto largo entre una sábana blanca, que
por un lado chorreaba rojo enfurecido. El chamo se había suicidado con un tiro en la boca.
Las especulaciones eran muchas y diferentes.
—Ese tipo se dejó matar por la soledad, sí es
pajúo, hasta yo me hubiera tomado una de
anís con ese muerto —dijo un adolescente
sobre su moto.
Yo era carajita, apenas tendría ocho años,
pero alcancé a sentir una tristeza madura. A
los días se apagaron los rumores. La quinta
siguió siendo un escabroso silencio, mi barrio
siguió siendo grito y barullo.
Yanuva León
27
el 70
Los lunátikos
del 7-Cero
POR mabe chacín
FOTOGRAFÍAS jONATHAN MENDOZA
Caracas, 20 de julio de 2014.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
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Como el fénix, El 70 resurge de sus cenizas. Durante
años permaneció en la hostilidad, como todas las comunidades al margen de la sociedad. Hoy, gracias a la
voluntad de una comunidad organizada, la historia es
otra: la necesidad no es salir sino quedarse y mejorar
Es la 1 de la tarde de un miércoles cualquiera.
En el barrio El 70 se desata un fogoso partido de futbolito, mientras, en un extremo de
la cancha, una decena de niños entre 10 y 12
años con uniformes de colegio les hacen barra a los jugadores. No hay porteros, el reto es
meter gol en un arco diminuto. Al otro lado
empieza una tanda de balones al aro: es una
cancha compartida. De vez en cuando pasa
un transeúnte y termina con alguna pelota en
sus pies o, en el peor de los casos, en su cara.
El bullicio de los niños se mezcla con varios
timbres de martillazos que se producen, al
unísono, en una construcción que está más
abajo: la Escuela Básica Parroquia El Valle.
El estrépito del ambiente se intensifica con
algún pum pum pum a lo lejos, proveniente
de alguna corneta que probablemente estuvo
encendida durante toda la noche anterior.
Es la 1 de la tarde de un miércoles cualquiera
sistema de comunicación por parlantes que
en el barrio El 70 de la parroquia El Valle.
algunas favelas brasileñas usan para informar
Al final de esa cancha, justo en un cúmulo de a la comunidad sobre actividades y acontecibloques, cemento y cabillas, como en la cima mientos de la zona. El modelo fue tomado de
de una pequeña montaña, se encuentra un una película del año 2002 con el mismo nomespacio sin precedentes, tomado como ejem- bre, Radio Favela, donde se narra la historia
plo en muchas comunas para multiplicarlo: el de varios muchachos que fundaron una radio
Núcleo Cultural 7-Cero, compuesto por una en la favela Belo Horizonte durante los años
radio comunitaria, un estudio de grabación, 80. No trabaja con dial, sino con parlantes:
un estudio de televisión, una sala de ensayo, cada Consejo Comunal tiene cinco. En total
salones para talleres y un pequeño anfiteatro. son treinta parlantes puestos en lugares estraY, sin perder su estructura vertical, se le su- tégicos del sector. Son 12.000 metros de cable
marán un café, un salón de baile y un taller para informar sobre jornadas de vacunación,
cedulación, Mercales, rendición de cuentas de
de serigrafía.
cada Consejo Comunal y cualquier cosa que
A ese espacio, Cristian Abreu, mejor cono- atañe a la comunidad. Luego de dar inicio a la
cido como DJ Lunátiko, llega todos los días transmisión, Cristian se queda operando las
a las 6 de la mañana para encender el radio máquinas: todas; entre la radio, la sala de entransmisor y dar comienzo a la jornada diaria sayo, el estudio de grabación, el estudio de tede La Radio Favela, un proyecto de la Misión levisión y los talleres para formar disc-jockeys,
Barrio Nuevo Barrio Tricolor inspirado en el Lunátiko mantiene su día ocupado.
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
Caracas, 20 de julio de 2014.
“Fue un proyecto en conjunto con el Ministerio de la Juventud llamado Jóvenes de la
Patria. Nosotros fuimos seleccionados para
ser el primer estudio de grabación a nivel nacional. Fuimos el primer estudio inaugurado
el 27 de febrero del presente año. Todo eso
fue gracias a nuestra organización y al trabajo que venimos haciendo desde hace mucho:
eventos culturales y deportivos con bastante
frecuencia. Ya teníamos mucho camino adelantado. Hubo bastantes reuniones, asambleas y foros para que esto se llevara a cabo.
En un principio Radio Favela era la que iba a
funcionar aquí y el estudio iba a ir abajo, en el
Tiuna, pero después de mucho hablar logramos que se quedara aquí en el barrio”.
En años anteriores El 70 no era conocido por
su estudio, por su radio o por su eventos deportivos y culturales, sino por el gen que estigmatiza a todos los barrios de Venezuela: la
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delincuencia, la violencia, la cultura hegemónica. “Con este proyecto hemos recuperado
el nombre del barrio, de hecho lo modificamos, ahora lo llamamos el 7-Cero”. Aunque
no hay mucha diferencia entre 70 y 7-Cero,
el simple hecho de enunciarlo distinto significa que ha habido un cambio. “Ya hay mucha
gente que lo conoce por su nuevo nombre. Es
como si fuera un barrio nuevo. Hemos limpiado la mala fama que tenía la zona”.
A Cristian, en el trabajo que ha realizado todos estos años, le ha tocado la difícil tarea de
hacer cambiar a los jóvenes con conductas
hostiles. Una historia muy dura, que siempre
cuenta cuando se le pregunta cómo el núcleo
ha ayudado en esas transformaciones: “La
mayoría de mis amigos de infancia ya no se
encuentran físicamente. La cosa ha sido dura
y lo primero que se piensa es en buscar el
dinero fácil, ya sea con la delincuencia o las
drogas, y la mayoría no llega ni a los 18 años.
Yo me alejé totalmente de esos escenarios y
gracias a mis padres nunca tuve esas necesidades. Durante todos estos años he conocido
personas metidas de lleno en la delincuencia.
Siempre aprovecho la oportunidad para invitarlos al núcleo, les digo que piensen en sus
hijos, en la mala vida que le dan a sus familias, que se busquen un trabajo. Una historia
que se repite mucho: dejan a la mujer sola, a
la mamá sufriendo y al hijo huérfano”.
Sin embargo, la comunidad de El 70 está
“activa y despierta”, no toleran amedrentamientos de ningún cuerpo policial. “Los que
más nos han perjudicado son los medios de
comunicación privados: dicen cosas que no
son. Desde que existe el núcleo, como ya te
he dicho, el barrio ha cambiado y cambiará
más con los proyectos que vienen con Barrio
Nuevo Barrio Tricolor; aquí pasan muchas
cosas bonitas, pero no es eso lo que reseñan
los medios privados. Cuando ocurre un incidente en algún otro barrio cerca de aquí,
meten a El 70 aunque no tenga nada que ver”.
Hace unos meses ocurrió un homicidio en
Cerro Grande e inmediatamente lo vincularon con El 70, y lo cierto es que “hace años
que aquí no ocurre una tragedia”.
El Núcleo Cultural 7-Cero ha beneficiado a
los —aproximadamente— 6.000 habitantes
del sector, una comunidad integrada por seis
Consejos Comunales. “Lo más importante de
Caracas, 20 de julio de 2014.
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El parque
cultural
tiuna el
fuerte
fue una
importante
figura en
la creación
del núcleo
cultural
7-cero
—
este proyecto es que el joven que no ha tenido
la oportunidad de estudiar, porque no cuenta
con los recursos, por una barriga prematura o
porque tuvo que empezar a trabajar, tendrá la
opción de acercarse a este tipo de actividades.
Ser disc-jockey, producir radio, ser grafitero,
ser locutor, producir música o bailar pueden
ser motivaciones que alejen a los jóvenes de
los malos caminos”. Un ejemplo claro es la
agrupación Hombres Libres, integrada por
Jesús Sequera, Ángel Serrano y Maifer Bracamonte quienes, después de salir de la cárcel,
lograron grabar un disco en el núcleo y regenerar su vida a través de la música.
“El Valle es una parroquia musical”. El estudio
de grabación ha sido una herramienta fundamental para la preservación de la cultura
local. Salseros, raperos, merengueros, cantantes de música llanera, productores de música
electrónica, de música reggae y de cualquier
otro género musical han podido documentar
su idiosincrasia, dejarla grabada, dar constancia de que existe y de que ese producto,
ese logro, por pequeño o grande que sea, se
hizo ahí: en el mismo barrio. “En cualquier
estudio de grabación el costo de la hora no
baja de mil bolívares. Aquí eso es impensable,
a pesar de que tenemos la última tecnología
en software y equipos”.
La historia del Lunátiko empezó con el experimento de desarmar radios para examinarlos. Más adelante logró armar una miniteca
a punta de cajones fabricados por él mismo.
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Después conoció Tiuna El Fuerte y ahora no
hay rémora que lo detenga. Hace año y medio, en Épale CCS Nº 4, Cristian echaba su
cuento: “Cuando yo llegué al Tiuna dije: ‘Este
es mi mundo’. Vi esos containers, vi a los muchachos, vi que estaban produciendo, vi que
estaban bailando y decidí que ahí era donde
tenía que estar”. DJ Cristian Lunátiko, a pesar de todas las responsabilidades que ahora
tiene, se mantiene en pie. Sigue mezclando lo
imposible: puede pasar de una salsa brava a
un merengue, luego a una cumbia y termina
en un house. Su vida ha girado en torno al audio, a la ingeniera de sonido, a la música. “Mi
inclinación a este mundo debe ser por todo lo
que veía de niño, con la miniteca de mi papá”.
La semilla del Tiuna
El Parque Cultural Tiuna El Fuerte fue una
importante figura en la creación del Núcleo
Cultural 7-Cero. “Nosotros hemos recibido mucha información del Tiuna. A donde
quiera que ellos llegan dejan una inquietud sembrada en los jóvenes. Nuestro nexo
con ellos es muy importante. Allí fue donde
aprendí muchas cosas de las que hoy sé respecto al audio y a la música”. El modelo del
Núcleo Cultural 7-Cero se repetirá al menos
unas 400 veces en varios estados del país.
Hace dos meses se inauguró uno en Barquisimeto y, además de la formación diaria que
reciben los muchachos que hacen vida en el
núcleo, se establecen vínculos con otras instituciones, como el proyecto Onda en el Inces,
donde se enseña la ingeniería de audio.
Los jóvenes que hacen vida en el núcleo
se consideran “multifacéticos y versátiles”.
Cristian es desde radio operador hasta electricista, también hace trabajos de realizador
audiovisual. Su vida es una mezcla: cuando
no está trabajando en el núcleo, es disc-jockey en varios clubes, sin mencionar su papel
en la comunidad como vocero del Comité
de Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes. Ha sido reelegido dos veces y próximamente piensa postularse como vocero de
los Consejos Comunales.
“Nosotros no ganamos ningún sueldo. Una vez
que el Ministerio y la Misión Barrio Nuevo nos
dotó, nosotros mantenemos el espacio a través
de la autogestión”. Cristian hace todo desde su
corazón y, lo más importante, no lo hace por
un beneficio personal sino colectivo.
Caracas, 20 de julio de 2014.
Claro y raspao!
Como los pobres no planificamos muy bien eso de tener
muchachos, mis pures, sin
cumplir 20 años, decidieron
darme a luz justo después del
Sacudón, época de neoliberalismo y perrarina.
Mi caso es un lugar común: me criaron a
duras penas en el oeste de Caracas. En principio, mi mamá no trabajaba y mi papá vendía
sandalias y correas de cuero, es decir, el
dinero no les alcanzaba pa’ un coño, así que
de cuando en vez le mendigaban un poquito
de plata a mis abuelos, que también eran pobres. En pocas palabras, las condiciones que
nos tocó vivir no fueron fáciles. Chambeamos
desde carajitos, porque el hambre pesa y las
opciones no eran muchas. Pero a pesar de
todo mi infancia fue de pinga, o por lo menos
así la recuerdo; los fines de semana con mis
primos, jugando desde tempranito hasta que
mi tía me gritaba desde la esquina que tenía
que regresar a la casa porque eran más de
las diez de la noche y a esa hora los carajitos
se tienen que dormir.
Yo vivo justo al frente de una de las entradas
de la quebrada de Catuche en La Pastora,
muy cerca de la Av. Baralt. Allí he visto pasar
la mayor parte de mi vida y la de mis vecinos.
Hago énfasis en esto porque en el barrio
todo el mundo sabe y quiere saber de todo
el mundo, y esto es algo que nos diferencia
fundamentalmente de quienes se criaron
en alguna zona privilegiada. Por más que
la junta de vecinos en una residencia hable
de alguien, allí nadie quiere saber de nadie.
Para nosotros la comunicación es cotidiana,
nuestras relaciones son —o terminarán
siendo— públicas. Al contrario, para la gente
que se crío en zonas acomodadas comunicarse es un ejercicio calculado, frío, privado.
Ese modelo comunicacional que germinó
en las zonas populares del país fue el que
utilizó nuestro comandante Chávez y, ahora,
nuestro actual presidente obrero Nicolás
Maduro. Sin pelos en la lengua se dice lo que
se tenga que decir, de forma franca, sincera
y abierta. Nunca más nuestro lenguaje será
oprimido, porque ahora el pueblo es el que
tiene la palabra.
¡Háblale!
Osmar Romero
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LA TOMA
CON FRÍO
Y CABALLOS
CONVIVEN
EN EL BARRIO
POR KAY YAM HUNG
FOTOGRAFÍAS AMBROSIO PLAZA
Caracas, 20 de julio de 2014.
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AQUÍ SE PUEDE estar tranquilo. PARA LOS VECINOS
NO ES FÁCIL VIVIR CON LOS ANIMALES, PERO APOYAN
A LOS MUCHACHOS PORQUE DE ESA MANERA SE GANAN LA VIDA
El papá de Nancy Méndez fue uno de los
primeros habitantes del barrio, tiene 76 años
y atiende un quiosco en el pueblo en el que
vende chucherías. Ella trabaja con él solo los
fines de semana, se ayudan el uno al otro.
Para muchos El Junquito es un lugar para
pasar el día caminando, comiendo, paseando en caballo; sin embargo, para otros es su
hogar. Es que detrás de los locales del pueblo
se encuentra el barrio La Toma; tiene aproximadamente 50 años desde que las primeras
familias comenzaron a vivir allí.
Al igual que Luis, Nancy tiene toda la vida viviendo en el barrio; si tuviera la oportunidad
de ir a un lugar mejor lo haría. Pero mientras
no pueda se siente cómoda ahí, pues la gente
es sana todavía y afirma que ahora con los
yips es una bendición llegar a la ciudad.
Cuando íbamos bajando por las escaleras se
podía sentir el olor a café recién colado, al
fondo se escucha una música llanera y una
neblina que no te deja visualizar qué tan lejos
queda la última casa.
Según un vecino (o como se hace llamar: un
“junquiteño rencauchado”), a veces se escucha
La Sayona por el barrio buscando a su hijo
muerto ¿o será que se confunden con el llanto
de alguien real? Lo cierto es que hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos.
Luis Mujica es un muchacho de 26 años de
edad y padre de cuatro hijos que tiene toda
la vida viviendo en el barrio: “Desde que nací
este ha sido mi hogar, yo me crié en el barrio
así como también lo habrá hecho mi mamá y
mi papá, porque siempre han vivido aquí”.
Se dedica a la construcción, pero trabaja fines de semana y feriados haciendo paseos a
caballo. En este último trabajo es que lleva
más tiempo. “Apenas me levanto le doy de
comer a los animales y los llevo hasta arriba
para que se queden el día allá”, cuenta Luis
mientras va subiendo por las escaleras a El
Niño, uno de sus seis caballos.
Muchos de los muchachos que viven en La
Toma se sustentan con este trabajo, que es una
de las principales atracciones turísticas para
los visitantes de El Junquito. La señora Victoria Lopesa, residente del barrio por casi 40
años, nos decía que no es fácil convivir con los
caballos ahí. Ellos, como vecinos, tienen que
apoyarlos porque ese es el sustento de muchas
familias: “Cómo le vamos hacer eso, no los podemos sacar”, dijo mientras seguía su camino.
Anteriormente todo el barrio se llamaba La
Toma y ahora, con los Consejos Comunales,
se han dividido por sectores. Algunos de ellos
son: Santa Barbara, Pollo Guindado y El Hueco. Según los vecinos es un lugar tranquilo
para vivir. Todavía cuentan con manantiales
Edición Número Ochenta y nueve. Año 02. ÉPALE CCS
naturales y, lo más importante, con gente honesta; claro, siempre hay uno que otro que se
la da de vivo y quiere hacer de las suyas.
Al final de las escaleras se encuentra un potrero improvisado con techo de zinc, donde
están algunos de los caballos.
Luis nos cuenta que antes tenían la tradición, todos los diciembres, de hacer un nacimiento viviente con todos los protagonistas
de la Nochebuena. Él prestaba los caballos
para que los Reyes Magos llegaran con las
ofrendas para el niño Jesús: “Lástima que
esa tradición la hemos perdido, espero que
la retomemos otra vez”.
Nos agarró la lluvia subiendo y unas muchachas están tratando de llevarse a un
abuelito para vacunarlo. Ese día había una
jornada de vacunación para los habitantes
y así evitar que les de gripe y pulmonía.
Ellas siguieron su camino y nosotros buscando refugio por un rato.
Caracas, 20 de julio de 2014.
Él relata que desde pequeño se la pasaba
por las montañas de El Junquito y nos contó la historia del porqué ese pueblo tiene ese
nombre, mientras nos enseñaba unas fotos
viejas: “En la laguna que abarcaba el espacio donde se construyó la Plaza Bolívar del
pueblo, abundaban las matas de junco, una
planta parecida al cebollín. Y como aquí en
el pueblo, que está más arriba, también se
encontraba la planta, le pusieron a la parroquia El Junquito, se le agregó el diminutivo”.
Luis nos cuenta que una vez iba bajando a
las 9 de la noche a lomo de su caballo por
las escaleras y se cayó encima de una de las
casas, y dio gracias a Dios por no haber nadie dentro de la habitación porque, de haber
estado, “no lo cuenta”. Ni al caballo ni a él le
paso gran cosa y solo el techo de acerolit fue
el que sufrió las consecuencias.
Así como Luis, los vecinos están de acuerdo
que La Toma es un barrio en donde pueden criar a sus hijos mientras trabajan en
el pueblo. Como dijeron todos con quienes
hablé: “¡El barrio es tranquilo, aquí todo
está bien!”.