EL óRGANO ADIPOSO

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TOMO 1
NúMERO
el nombre de "órganos adiposos", se han 、・ウセ@
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rito en muchas ・ウーciセ@
セイ。「ェッL@
en セQ@ que, se hace una revisión. ,muy amplia
de la biblwgrafia sobre esta cuestwn, sus!enta
WELLS 1 que ャセェッウ@
、セ@
deber considerarse al tejido
adiposo como una modalidad del conectivo que almacena la grasa, hay que estimarlo como un órgano especial, con s.u ウゥョァオャ。イ■セュッ@
. desarrollo et?briológico, sus vanantes en las diversas espeCies
animales y, ウッ「イセ@
todo, con una rica gama de alteraciones patológicas.
Hay histólogos, como HAMMAR y CHIARI, quz
han adoptado en este debate una actitud ecléctica
suponiendo existen dos tipos de tejido adiposo derivados del tejido conjuntivo: uno de ellos se diferenciaría en grado sumo constituyendo el tejido
graso especializado, de aspecto lobulado, que integra ciertas formaciones grasas como la glándula
invernante de algunos mamíferos, la grasa perirrenal o pe1iaórtica, la grasa interescapular, etc., etc. El
otro serÍJ sencillamente tejido conjuntivo sobrecargado con grasa. Siguiendo a MALLORY y a MAXIMOW, ウッエゥ・ョセN@
en cambio, WELLS la autonomía
de la célula grasa y su independencia del ヲゥ「イッャ。ウセ@
to, fundándose sobre todo en que, incluso en ー・イセ@
son as de edad avanzada, un in tenso adelgazamiento nunca se acompaña 、セ@
regresión de las células
adiposas, por ejemplo de la grasa perirrenal a fibroblastos, antes bien, vuelven a adoptar el aspecto
lobula2o, como de un órgano glandular, que también suel? encontrarse en los niños con caquexia.
Los trabajos de WASSERMANN y colaboradores, demuestran que las formaciones grasas primitivas se
orig¡nan de células del mesénquima perivascular,
estrecham<nte relacionadas con el mismo イ・エ■」セ、ッ@
primitivo que engendra los nó3ulos linfáticos. De esta
manera se explicaría la tendencia algunas veces
セN「ウ・ゥカ。、@
en el tejido linfático a reemplazar al teJido graso, y viceversa, como sucede en el timo.
Expone WELLS, en su interesante trabajo, los 。イセ@
gurnentos aducidos en favor de que el "órgano
graso" constituiría un sector del sistema retículoendotelial, al cual nada le estorba su carga grasa
para desempeñar otras vitales funciones como la
pセ_オ」ゥ￳ョ@
de anticuerpos, 」ゥセイエッウ@
p: ッ」セウ@
metaha Icos y el englobamiento de partículas de coloイ。ョエ・セ@
VItales. WASSERMANN ha llegado incluso a
sugenr que la grasa que envuelve ciertas estructura1s glandulares participaría en la propia función
g andular.
f Mucho se ignora sobre la verdadera ヲオョ」セ￳@
de
.セイュ。」ゥッョ・ウ@
grasas especializadas, como la llamada
grasa. parda", la grasa in teresca pular, el tejido ァイ。セ@
ウセ・ーョイ。ャL@
la ァセ。ウ@
periaórtica, el depósito graso
q constituye la JOroba de los camélidos o que se
encuentra en la base de la cola de ciertas razas de
」。イョ・セッウ@
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al - . · -・セュッウ@
e una gran oportumdad
el que,
revisar los datos existentes haya acentuado
WELLS 1 ·
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de estos problemas
hasta ahora
aPenJs aeb mterés
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tur
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a 1obulada "tejido adiposo glandular", consti-
tuya un almacén de lipoides y vitaminas o bien
guarde íntimas relaciones con el sistema endocrino,
no son hasta el presente más que conjetL¡ras. lo
mismo que las que tratan de explicar la esencia de
la esteatopígia, la inmutabilidad de los lipomas en
la caquexia 。」セzョエオ、L@
la distribución de la ャゥーッセ@
matosis simétrica, la génesis de la lipogranulomatosis y, en general, todas las cuestiones concernientes a la variada ー。セッャァ■@
del tejido graso, desde el
escleroma del recién nacido hasta la lipodistrofia
in ウオセ@ ínica.
No es necesario subrayar el interés de esta concepción del エセェゥjッ@
graso como "ó:gano adiposo"
para los problemas de la obesidad y para la cuestión del transporte de la grasa dentro del organismo. Es bien conocido el papel que, según varios
autores (JIMÉ. EZ DÍAZ, VON BERGMANN), desempeñaría la lipofilia tisular en la génesis de la ッ「・セ@
sidad, concepción en favor de la cual no hace mucho
adujo HÉTENYI 2 interesantes argumentos. En cuanto al transporte graso ha vuelto a rehabilitarse la
importancia del "órgano 。、ゥーッセB@
para la misma
desde que, con sus bellas experiencias con grasa
" tatuada" con deuterium, demostraron SCHOENHEIMER y RITTENBERG 3 que la grasa ingerida, aunque sza en cantidad escasa, marcha en gran parte
directamente a los presuntos "depósitos" antes de
ser utilizada por el organismo.
Hay una interesante formación adiposa que apenas menciona \\'ELLS en su trabajo, tan completo
en los demás aspectos. Nos referimos a la grasa de
la ュセ、オャ。@
ósea, la cual demostraron ZINK. NERKING, CHENG y otros autores, difiere アオ■ュゥ」。・ョセ@
te de la del resto del organismo. En 1 8 69 estudió
NEUMANN la llamada obesidad primaria de la medula ósea y otros anatomo-patólogos han hablado
también de una midolipomatosis. Constituye esta
grasa de la ュセ、オャ。@
ósea una formación adiposa de
extensión nada menospreciable y que tend: ía una
ciert.a individualidad fisiológica a juzgar por la inエZセウ、。@
y i_イッョセゥエオ、@
con que disminuye por la 。」セ@
」セッョ@
.de la tiroxma, como demostró RoF 4 o:n expeョ・ciセウ@
en conejos. La fulminante depleción grasa
expenmentada en estas 」ッョ、セ■・ウ@
por la medula
ósea, es pr.estamente restablecida por el organismo,
lo que sugiere que la grasa desempeña dentro de las
diáfisis una función de mayor impo1 tancia que la
hasta 。セッイ@
supuesta. Todo ello hace pensar que,
como dice WELLS, el órgano adiposo debería ser
considerado por los fisiólogos como algo más que
un mero almacén, como un órgano de elaboración .
d: modalidades ュャエゥーセ・ウ@
dentro del propio organ1smo, cuyas funciones es probable que hasta el
presente hayan sido demasiado descuidadas.
c..
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